En la opinión del “Dr Cizaña”.
El mes de septiembre es sin duda el mes mexicano por excelencia, sobre todo por el aniversario de la lucha de independencia, en donde dicho sea de paso, celebramos el natalicio del dictador Porfirio Díaz. Otro suceso importante es el informe de gobierno del presidente en turno, dónde el encargado del poder ejecutivo entrega un documento con “todas” las actividades realizadas durante el año vencido y las proyecciones para el siguiente. Y por último, una fecha que la madre naturaleza nos ha hecho recordar a lágrimas, sudor y sangre: el 19 de septiembre, donde se han vivido coincidentemente 2 de los terremotos más destructivos y fatales de la historia moderna en nuestro país.
Del protocolo de entrega del informe presidencial, diré poco: me gusta el formato, en el cual no se rinde pleitesía al gobernante en turno, carajo, estamos en el 2019 como para seguir teniendo monarquías.
De los sismos del 19, rescato la valentía y entereza de muchos ciudadanos que apoyaron incondicionalmente de una u otra forma tanto en 1985 como en el 2017; aún se me eriza la piel de ver la participación crucial de las primeras horas, ya después, el merequetengue se hizo por la mala organización y los grandes robos de ayuda en especie y efectivo llevados a cabo por simples organizadores gandayas y hasta la “desaparición” de millones de dólares por gobernantes de primer nivel.
Ahora bien, el tema central que tomaré en esta ocasión: el grito dado por AMLO desde Palacio Nacional. Sabíamos que los fanáticos del presidente abarrotarían la Plaza de la Constitución y también sabíamos que sus detractores iban a buscar hasta el mínimo detalle o error para poder echárselo en cara.
¿”Puej” que “jujedió”? Pues lo que se auguraba: plancha abarrotada, sin filtros de seguridad ni retenes de federales o algún otro cuerpo policiaco, cero violencia y Obrador vuelto un “rockstar” más que el presidente de la decimoquinta economía del mundo. Sin invitados ni “chayoteros” en el pasillo que da al balcón donde cuelga la antiquísima campana de Dolores. En los balcones aledaños, algunas figuras de su gabinete y tan-tan. El punto culminante y principal de la noche se dio cuando el ciudadano Presidente de la República lanzó el grito con nada menos que 20 “Vivas” de las cuales destacan para un servidor, por todo el significado detrás:
Vivan los héroes anónimos, Viva el heroico pueblo de México, Vivan las comunidades indígenas, Viva la fraternidad universal, Viva nuestra soberanía y Viva la grandeza cultural de México.
Lo que sus detractores vieron (o querían ver): el desencanto al no escuchar vivas a su persona o la 4ta transformación, que el convivio que se realizó en los patios de Palacio Nacional y documentado cual “pubert@” en graduación por el Embajador de EU en México fue un “dispendio“ que dijo no habría (cuando realmente ya había dicho que literal serían aguas locas , perdón aguas naturales y garnachas) y por último la frivolidad con la que se tocó la indumentaria del PG y su esposa, de verdad son temas de hueva y total falta de creatividad, por decir lo menos.
Hay cosas mucho más importantes en el escenario nacional por las que se pueden reclamar con argumentos sólidos y justificados, ejemplos sobran: aeropuerto (la propuesta de Singapur no se me hace nada descabellada), tren maya, refinerías en lugar de fuentes de energía sustentables y renovables, algunos casos de corrupción en altas esferas ysobre todo la seguridad. Ahí sí, todo mi apoyo a detractores y críticos.
Por último lo que YO espero es que de verdad se honren todos esos “Vivas” arriba citados y no quede como anécdota más de las ocurrencias del señor; que se honren a los pueblos indígenas con todo lo que ello conlleva: territorios, costumbres, autogestión y sobre todo salir del olvido en el que han estado sumidos desde la llegada de los españoles.