En la opinión de “El Dr. Cizaña”:
Recuerdo hace algunos ayeres, cuando estudiaba la carrera de comunicación en la entonces ENEP Acatlán (al graduarme ya había alcanzado la categoría de FES) muchos comentarios de propios y extraños sobre la carrera, desde el “estás ahí porque no te gustan las matemáticas” hasta el “quieres ser el próximo Adal Ramones” (?)
Era esta última frase recriminatoria la que más jodía, ¿Por qué? Porque el personaje antes citado era un mamarracho que se encumbro al éxito en la programación de televisa Puebla y después a nivel nacional. Su máximo logro, institucionalizar el “guey”.
Pero bueno, no venimos a hablar del señor aquí, sólo quise empezar con él porque siempre habrá idiotas encumbrados por la gente al grado de “vacas sagradas” y que poco o nada aportan a la calidad en programas para los MCM (Medios de Comunicación Masivos).
Actualmente está de moda una serie que, para los reyes de los “progre” y el “mame”, está llamada a convertirse en la mejor serie de tv y streaming de todos los tiempos (igual que pasa con cada nueva serie publicitada); hablamos de “Chernobyl” que a la letra reza su descripción:
“Chernobyl es una nueva miniserie de HBO que sigue los eventos que rodearon el accidente nuclear de 1986, contada por los valientes hombres y mujeres que hicieron sacrificios increíbles para salvar a Europa de un desastre inimaginable”.
Hasta ahí todo bien. Una forma digerible de presenciar lejos de la radiación uno de los mayores desastres de la humanidad. Pero ¿qué pasa cuando el morbo sumado a la idiotez y el egocentrismo en su máxima expresión hacen que un pueblo radiactivo en donde está prohibido el paso tenga un repunte de 30% de vistas respecto al año pasado y se llene de “influencers”? Si, esos seres en su mayoría mezquinos y vividores habidos de likes para sus plataformas.
Esos que harán cualquier cosa para aumentar sus cuentas “per$onales” en redes sociales, desde darle galletas rellenas de pasta de dientes a un indigente, tomarse selfies en extintas barracas de campos de concentración hasta arriesgar su salud exponiéndose a radiación.
Nos hemos convertido en una sociedad tan ensimismada y tan individualizada, que al ver una partida de idiotas exponiéndose de esa forma nos resulta gracioso y hasta entretenido. Muchos de nosotros trabajamos en mayor o menor medida para que los MCM tengan una función más allá de solo entretener, si no de aportar algo a la sociedad, difundir verdaderas expresiones culturales.
Esa es nuestra chamba como comunicadores y el de los espectadores debería ser el exigir programas de calidad.