Su primer disco nos presenta la recopilación de su pop oscuro y su combativo filosófico de sus casi 4 años.
Este debut de larga duración llamado de forma homónima, su primer disco titulado como la banda, comparte un mensaje claro, un golpe sobre la mesa de su nihilismo natural y humor desenfadado. Desde el 2020 llevan sazonando su pop oscuro y combativo con referentes filosóficos, guiños al fútbol mediático, alusiones históricas y religiosas y un loable clamor contra las élites que ahora se convierte en la constante de su primer larga duración, este disco.
Una brillante aleación de inquina erudita, macarrismo de barrio y lenguaje nostálgico que interpela con la rabia del punk, arrebata con la inmediatez del dark-wave y obliga sin remedio a la escucha reincidente. Recoge en cuestión de estilos una cohesiva línea de géneros que operan como formidable síntesis de las diferentes veredas que parte de nuestra escena ha decidido seguir en los últimos años. Por temas como Superman o Langemarck bien podríamos tirar por lo fácil y encasquetarles la manida etiqueta de post-punk a los abajo firmantes, pero la formación de Ciudad Lineal va mucho más allá y dibuja con ambicioso afán un elepé inconformista que salta entre referentes y estilos con efectiva presteza: del pop industrial de 420N a la jovialidad britpopera de La Vida Cañón, pasando por el sintetizador marciano y psicodélico de Westminster o la rave arábiga de El Guerrero Marroquí con Adrián Bremner.
Su discurso contemporáneo rompe con las tendencias actuales, se visualiza una gran trayectoria y larga carrera en los que más de uno lo toman como una promesa.